Cada una de las células de nuestro cuerpo encierra la misma información genética, un plano completo y único para construir un individuo. Lo que diferencia a una célula del cerebro de una del hígado, o de cualquier otra, es la activación e inactivación de genes específicos. La ciencia que investiga los mecanismos reguladores que activan y desactivan los genes se llama epigenética .
Comparativamente, nuestros genes son idénticos cuando somos jóvenes, viejos, sanos o enfermos. Cuando envejecemos o enfermamos, somos testigos de la respuesta de nuestro cuerpo a las modificaciones epigenéticas.
Se ha demostrado, por ejemplo, que la mayoría de las enfermedades crónicas, como las cardiopatías y el cáncer, pueden estar relacionadas con cambios en los marcadores epigenéticos. Del mismo modo, nuestro entorno y nuestro estilo de vida influyen en el ajuste de nuestros genes para adaptarse a entornos positivos o adversos. Por ejemplo, las modificaciones epigenéticas relacionadas con la exposición al humo pueden medirse para evaluar el impacto de los fumadores en su hábito y también cómo se recuperan tras dejar de fumar.
«Si se activan las palancas adecuadas, se puede reducir la edad biológica y revertir la epigenética deteriorada».
La epigenética es el vínculo entre la naturaleza – nuestra herencia genética- y la crianza -cómo construimos esa herencia cada día.
Esto es especialmente cierto en lo que respecta al envejecimiento, ya que los antecedentes genéticos son un factor de predicción relativamente débil de la longevidad en comparación con el estilo de vida.
El envejecimiento es una combinación del tiempo, los genes heredados, el entorno y el estilo de vida, todos ellos factores que influyen directamente en nuestro paisaje epigenético. Investigaciones recientes han demostrado que la edad biológica, basada en marcadores epigenéticos, es un prometedor predictor de la longevidad y de los efectos nocivos del envejecimiento, como las enfermedades crónicas y el deterioro cognitivo. Y, lo que es más importante, se ha demostrado que si se activan las palancas adecuadas, se puede reducir la edad biológica y revertir el deterioro epigenético.
Por ello, la epigenética suscita un enorme interés para la medicina preventiva.
Una evaluación temprana de las relaciones entre la genética, el entorno, la exposición prenatal y el riesgo de enfermedad de un individuo será decisiva para prevenir o mitigar las enfermedades antes de que se produzcan. Asimismo, aprehender la relación entre los factores de riesgo ambientales y nutricionales y la enfermedad posterior es clave para empezar a mejorar los factores que importan. Identificar qué hábito modificable está afectando específicamente a un individuo puede ayudar a desencadenar el mejor cambio de estilo de vida para una vida mejor.